La importancia del juego en equipo para los niños

Los niños son lo más importante tanto para nosotros, los padres, como para ellos mismos. Sobre todo a edades tempranas, cuando son menores de cinco años, los pequeños tienen la noción, aunque sea de manera inconsciente, de que son el centro del mundo. Poco a poco aprenderán, como lo hicimos nosotros, que la vida es un poco más compleja.

Y en ese proceso de aprendizaje, crecer jugando es fundamental. El recreo tiene un papel primordial en esa tarea. Allí es donde el niño empieza a familiarizarse con otros niños de su edad: comparte, coopera, intercambia objetos y experiencias… y deja atrás ese egoísmo innato que todos los seres humanos llevamos dentro en lo más tierno de nuestra vida.

Es también en el recreo, o en el parque, o en cualquier otro lugar de esas características a los que los llevamos, donde los niños tienen constancia de la existencia de normas. Además, en el recreo aprende a jugar en equipo; también a respetar a los demás y exigir respeto; a dar para luego recibir; a reír y, a veces, también a llorar. Ser, o saber ser, un jugador de equipo es esencial para su sano desarrollo.

Muchos estudios lo apuntan. Por ejemplo, dos destacados pedagogos, María del Carmen Sáinz y Javier Argos , lo explican en “Educación infantil. Contenidos, procesos y experiencias”. En ese libro aseguraban que “la influencia del juego en el desarrollo del niño es enorme”. ¿Por qué?

Por varias razones: desarrolla varias facetas del niño: la afectiva, pero también al cuerpo a partir de la psicomotricidad, o el cerebro a partir del uso de la mente. El niño se implica jugando, piensa, resuelve problemas, elige. También es creativo y, en definitiva, disfruta de una réplica del mundo real, la vida misma: en el juego gana, pierde, asume responsabilidades, trabaja en equipo, vive alegrías y algunos desengaños. Así, vive y aprende a vivir.